lunes, 30 de abril de 2012

Osho: El problema para un hombre que busca la realidad...

El problema para un hombre que busca la realidad es cómo parar el círculo vicioso del pensar y aun así ser consciente. Porque los estúpidos tampoco piensan, pero no son conscientes. Sé consciente; la energía que va al pensar tiene que volverse consciencia. La consciencia que se mueve en un círculo vicioso al pensar tiene que conservarse, tiene que purificarse. El pensar tiene que parar, el girar de la consciencia tiene que parar, pero la consciencia no. La consciencia tiene que cristalizarse y la acción tiene que permanecer, la acción no debe parar.


Al unir la consciencia y la acción inmediatamente alcanzas la realidad. Y no sólo tú, sino que crearás una situación en la que otros también podrán encontrar la realidad. Te convertirás en el ambiente, en el clima alrededor del cual las cosas empezarán a ocurrir. Esto es lo que ocurrió con Buda, con Sosan, con Chuang Tzu.


Recuerda: la acción es buena; el pensar es un círculo vicioso, nunca te lleva a ninguna parte. Así que hay que dejar de pensar pero no de actuar. Hay gente que continuará pensando; dejará de hacer. Eso es lo que ocurre cuando una persona renuncia a la vida, se va a la selva, a los Himalayas. Renuncia a la acción, no al pensar. Renuncia al mundo en el que se necesita la acción. Renuncia a la propia realidad, porque es a través de la acción que te pones en contacto con la realidad. Ver es una acción, moverse es una acción, danzar es una acción, pintar es una acción. Cuando haces cualquier cosa, sea lo que sea, te pones en contacto con la realidad.


Tienes que volverte cada vez más sensible en tu hacer. No hay que renunciar a la acción; la acción tiene que estar totalmente presente, porque ese es el puente a través del cual tú te mueves en la realidad y la realidad se mueve en ti. Intenta comprenderlo, porque esto es algo muy básico; básico para mí: renuncia al pensar, no renuncies a la acción.


Hay gente que piensa y piensa, hay gente que renuncia a actuar. ¿Pero qué van a hacer en los Himalayas? Allí toda la energía, al no ser usada en la acción, se irá al pensamiento. Se harán grandes filósofos. Pero la filosofía es una tierra de tontos; se vive en palabras, no en realidades. El amor desaparece, sólo queda la palabra «amor». Dios desaparece; porque él estaba en los campos, en el mercado, en el mundo, y ahora tan sólo queda la palabra «Dios». Las acciones desaparecen y sólo quedan los conceptos. Tu cabeza se convierte en todo tu ser.


Evítalo. Nunca renuncies a la acción, renuncia solamente al pensar. Pero si renuncias al pensar cabe la posibilidad de que te vuelvas inconsciente o de que te conviertas en un estúpido. Puede que empieces a hacer cualquier cosa, puesto que ahora no sabes qué hacer y tampoco piensas. Puedes volverte loco. Uno tiene que renunciar a pensar, pero no tiene que hacerse menos consciente, más inconsciente. Al contrario, tienes que hacerte más consciente.


En esto consiste todo el arte de la meditación: en cómo estar totalmente en la acción, cómo renunciar al pensar, cómo convertir en consciencia la energía que se empleaba en pensar.


Va a ser algo muy delicado y sutil, porque si das un sólo paso en falso caerás en la ignorancia infinita.


ES FÁCIL dejar de pensar, pero entonces te dormirás. Esto es lo que ocurre cada día en los momentos de sueño profundo: renuncias, dejas de pensar, pero entonces dejas de estar presente, abandonas la consciencia. Tu consciencia se ha identificado enormemente con el pensar, así que siempre que dejas de pensar caes en coma.


Y ese es el problema. Uno tiene que dejar de pensar y al mismo tiempo no caer en coma, porque el coma no te llevará a la realidad. Al volverte inconsciente no vas a la realidad, simple mente te duermes: el consciente se ha disuelto en el inconsciente. Y tiene que ocurrir justo lo contrario: el inconsciente tiene que disolverse en el consciente. Si el consciente cae en el inconsciente, tú caes en un coma, y si el inconsciente penetra en el consciente y se convierte en el propio consciente, te iluminas, te conviertes en un buda, en un «Sosan».


Y es muy fácil ayudar a la consciencia a que caiga en la inconsciencia, porque la consciencia es una parte muy pequeña. Una décima parte de tu ser es consciente, y las nueve partes restantes son inconscientes. Sólo una pequeña parte se ha vuelto consciente, y hasta esa parte está siempre oscilando. Puede caer en cualquier momento, es muy fácil.


Osho-El Libro de la Nada

miércoles, 25 de abril de 2012

Osho: ¿Por qué no te aceptas a ti mismo tal y como eres?

¿Por qué no te aceptas a ti mismo tal y como eres? ¿Qué hay de malo en ello? Toda la existencia te acepta tal y como eres, excepto tú mismo.
Tienes que alcanzar un ideal. El ideal está siempre en el futuro; tiene que estarlo, ningún ideal puede estar en el presente. Y el futuro está en ninguna parte; todavía no ha nacido. A causa del ideal vives en el futuro, que no es nada sino un sueño; el ideal impide que vidas aquí y ahora; por el ideal te condenas a ti mismo.
Todas las ideologías, todos los ideales, son condenatorios porque a partir de ellos se crea una imagen en la mente, y cuando te comparas a ti mismo con esa imagen siempre sentirás que falta algo, que algo falla. No falta ni falla nada. Eres perfecto respecto a cualquier posibilidad de perfección que pueda existir.
Trata de comprenderlo, porque solo entonces podrás comprender la parábola de Chuang Tzu. Es una de las parábolas más hermosas jamás descritas. ¿Por qué sigues cargando con ideales en la mente? ¿Es que no eres suficiente como eres? En este mismo instante, ¿qué os falta para ser perfectos como los dioses? ¿Qué interfiere? ¿Quién bloquea tu camino? ¿Por qué no puedes disfrutar de este mismo instante, lleno de gozo? ¿Cuál es el impedimento? El impedimento se manifiesta a través del ideal.
¿Cómo vas a poder disfrutar? Estás lleno de tanta ira, primero esa ira debe desaparecer. ¿Cómo vas a poder ser dichoso? Estás lleno de demasiada sexualidad; esa sexualidad debe desaparecer. ¿Cómo vais a poder ser como los dioses y celebrar este mismo instante? Estáis llenos de demasiada avaricia, pasión, ira; primero deben desaparecer. Después seréis como los dioses.
Así es como se crea el ideal, y a causa de ese ideal, te condenas. Te comparas con el ideal y nunca acabas de ser perfecto; es imposible. Si dices “si”, entonces el gozo es imposible porque ese “si” es el impedimento más grande.
Si dices: “Cuando se realicen esas condiciones, entonces seré feliz”, entonces esas condiciones nunca se colmarán. Y aunque se colmasen, a esas alturas ya habrás perdido la capacidad de celebrarlo y disfrutar. Y además, cuando esas condiciones se colmen –si es que llegan a hacerlo, porque no es posible-, tu mente creará otros ideales.
Así es como has estado desperdiciando la vida. Has creado un ideal y luego has querido ser ese ideal y por ello te has sentido condenado e inferior. A causa de tu mente ensoñadora has condenado tu realidad. Los sueños te han turbado.
Yo digo lo contrario: sed como dioses en este mismo instante. Que haya ira, que haya sexo, que haya codicia, pero celebrad la vida, y poco a poco sentiréis más celebración y menos ira; más bienaventuranza y menos codicia; más alegría y menos sexo. Entonces habréis dado con el camino correcto. No puede ser de otra manera. Cuando una persona puede celebrar la vida en su totalidad, todo lo erróneo desaparece; pero si primero intentas realizar ajustes para que lo erróneo desaparezca, nunca lo conseguirás. Es como luchar con la oscuridad. Tu casa está en total oscuridad y te preguntas: “¿Cómo puedo encender una vela? Antes de poder encender la vela tengo que deshacerme de toda esta oscuridad”.
Eso es lo que has estado haciendo. Primero dices que la codicia debe desaparecer y que luego habrá samadhi, éxtasis. ¡Eres un necio! Estáis diciendo que para poder encender una vela primero debe desaparecer la oscuridad, ¡como si la oscuridad te entorpeciese! La oscuridad no tiene entidad, no es nada, no cuenta con solidez. Se trata de una ausencia, no de una presencia; solo es ausencia de luz. Enciende la luz y la oscuridad desaparece. Celébralo, conviértete en una alegre llama y todo lo erróneo desaparece. La ira, la codicia, el sexo, o cualquier otra cosa que puedas nombrar, no son sólidas; solo son la ausencia de una vida gozosa y extática.
Como no puedes disfrutar sientes ira; no se trata de que haya alguien que cree tu ira. Como no puedes disfrutar te encuentras en un estado miserable, y por eso sientes ira. Los demás solo son excusas. Como no puedes celebrar, el amor no puede suceder en ti…de ahí el sexo. Eso es decantarse por las sombras. Y entonces la mente dice: “Primero destruye las sombras y luego tendrá lugar el descenso de Dios”. Es una de las estupideces más patentes de la humanidad, la más antigua. Y todo el mundo hace lo mismo.
Os resulta difícil pensar que en este mismo momento sois dioses, pero te pregunto: ¿Qué es lo que falta? ¿Qué es lo que falta? Estás vivo, respiras, eres consciente… ¿Qué más necesitas? Sed como dioses en este mismo instante. Aunque sientas que es solo un “como si”, no te preocupes. Aunque sientas que: “Estoy presuponiendo que soy como dios”, pues presuponlo, porque en realidad lo eres. Y una vez que empieces a existir como un dios, desaparecerá toda la miseria, la confusión y la oscuridad. Conviértete en una luz, pues esa conversión carece de condiciones que cumplir.
Osho- Cuando El Calzado Es Cómodo Te Olvidas del Pie
Cap. Huir de la Sombra
Págs.68,69



miércoles, 18 de abril de 2012

Osho, Me encanta escucharte,...




Osho, Me encanta escucharte, pero cuando más me gustó oirte
fue el otro día cuando nos preguntaste si éramos capaces de oír.

Me gustaría preguntártelo cada día, a cada instante. ¿Puedes oírme? Pero por pura cortesía no lo pregunto. Ese día el micrófono se estropeó y pude reunir suficiente valor. Pero recuerda que me mentiste. Cuando yo dije, «¿Puedes oírme?», tú dijiste, «No». Mentiste. Si no oíste mi... pregunta, ¿cómo pudiste contestar? y de nuevo, por cortesía, permanecí callado. Tuve que hacerlo.

Una joven acudió a Mulla Nasrudin para pedirle consejo. Ella le dijo, «¿He de casarme con un hombre que me miente?”
«Sí; a menos que desees permanecer sin casarte el resto de tu vida», dijo Nasrudin.

He de aceptaros mentirosos, como mis discípulos porque no hay otra forma, a menos, que decida quedarme como un Maestro sin discípulos. Me mentís a cada momento. Me oíste e inmediatamente dijiste, “No». No es solamente que te guste que te pregunte, «¿Puedes oírme?» A mí también me gusta tu respuesta.

Osho-El Arte de Morir

lunes, 16 de abril de 2012

Osho: nadie puede darte del significado de tu vida.

Nadie puede darte el significado de tu vida. Es tu vida y el significado ha de ser también el tuyo. Los Himalayas no te servirán de ayuda. Nadie más que tú puede encontrarlo. Es tu vida y solamente es accesible a ti. Solamente con el vivir te será revelado el misterio.
Lo primero que me gustaría decirte es: no lo busques en ninguna otra parte. No lo busques en mí, no lo busques en las escrituras, no lo busques en inteligentes explicaciones; son sólo justificaciones, no explican nada. Simplemente atiborran tu mente vacía, no te hacen consciente de lo que es. Y cuanto más está la mente atiborrada de conocimiento muerto, más torpe y estúpido te vuelves. El conocimiento hace a la gente estúpida, adormece su sensibilidad. Se atiborran de él, cargan con él, refuerzan su ego con él, pero no les aporta luz y no les indica el camino. No puede hacerla.
La vida ya está burbujeando en tu interior. Solamente puedes contactar con ella allí. El templo no está en el exterior; tú eres su santuario. Por eso lo primero que has de recordar, si quieres saber lo que es la vida, es: nunca la busques en lo exterior, nunca trates de descubrirla en alguien. El significado no puede ser transferido de este modo. Las Maestros más grandes nunca han dicho nada sobre la vida, siempre te han devuelto a ti mismo.
Lo segundo que has de recordar es: una vez que sepas lo que es la vida sabrás, lo que es la muerte. La muerte es parte del mismo proceso. Por lo general creemos que la muerte llega al final, por lo general creemos que la muerte se opone a la vida; por lo general creemos que la muerte es el enemigo, pero la muerte no es el enemigo. Y si consideras a la muerte como el enemigo esto simplemente demuestra que no has sido capaz de saber lo que es la vida.La muerte y la vida son dos polaridades de una misma energía, del mismo fenómeno, el flujo y el reflujo, el día y la noche, el verano y el invierno. No están separados y no son opuestos ni contrarios. Son complementarios. La muerte no es el fin de la vida; de hecho es una culminación de una vida, la cresta de la vida, el clímax, el gran final. Y una vez conoces tu vida y su proceso, entonces comprendes lo que es la muerte.
La muerte es una parte orgánica, integral de la vida y es muy amistosa con ella. Sin ella la vida no puede existir. La vida existe debido a la muerte, la muerte le da un trasfondo. La muerte es, en efecto, un proceso de renovación. Y la muerte sucede a cada instante. En el instante en que inhalas y en el instante en que exhalas, ambas se dan. Al inspirar, la vida entra; al expirar, viene la muerte. Por eso al nacer un niño lo primero que hace es inspirar; entonces la vida empieza. Y cuando un viejo muere, lo último que hace es exhalar; entonces la vida se va. El exhalar es la muerte, el inspirar es la vida. Son como las dos ruedas de una carreta. Vives tanto debido a que inspiras como a que expiras. El exhalar es parte del inhalar. No. puedes inhalar si dejas de exhalar. No puedes vivir si dejas de morir.
El hombre que ha comprendido lo que es su vida, permite que la muerte suceda, le da la bienvenida. Muere a cada instante y a cada instante resucita. Su cruz y su resurrección suceden continuamente como un proceso. Muere al pasado a cada momento y nace una y otra vez al futuro.
Si observas lo que es la vida podrás saber lo que es la muerte. Si comprendes lo que es la muerte, solamente entonces serás capaz de comprender lo que es la vida. Forman un organismo. Por lo general, debido al miedo; hemos creado la división. Creemos que la vida es buena, y que la muerte es mala. Creemos que ha de desearse la vida Y que ha de evitarse la muerte. Creemos que, de alguna forma, hemos de protegernos contra la muerte. Esta idea absurda crea interminables desgracias en nuestras vidas, porque una persona que se protege contra la muerte se vuelve incapaz de vivir. Es la persona que teme exhalar entonces es incapaz de inhalar y se queda embarrancada. Entonces simplemente mal vive, su vida deja de ser un fluir, su vida deja de ser un río. Si realmente deseas vivir has de estar dispuesto a morir. ¿Quién en ti teme a la muerte? ¿Teme la vida a la muerte? No es posible. ¿Cómo puede la vida sentirse asustada por su proceso integral? En ti hay algo más que está asustado: El ego es el que teme en ti. La vida y la muerte no son opuestos. El ego y la muerte sí son opuestos. La vida y la muerte no son opuestos. El ego y la vida si son opuestos. El ego está en contra de los dos, de la vida y de la muerte. El ego teme el vivir y el ego teme el morir. Teme vivir porque a cada paso, al esforzarse en pos de la vida, hace qué la muerte se acerque.
Si vives, te estás acercando a la muerte. El ego teme morir, de ahí que también tema vivir. El ego simplemente mal vive. Hay mucha gente que ni está viva, ni está muerta. Esto es lo peor. Un hombre que está vivo plenamente también está lleno de muerte. Ese es el significado de Jesús en la cruz. Jesús acarreando con su propia cruz no ha sido plenamente compren­dido. Y les dice a sus discípulos, «Tendréis que llevar vuestra propia cruz». El significado de Jesús llevando su cruz es muy simple, no es nada más que esto: todo el mundo a de acarrear continuamente con su muerte, todo el mundo ha de morir a cada momento, todo el mundo ha de estar en la cruz porque éste es el único modo de vivir plenamente, totalmente.

Siempre que te encuentres con un momento de total vitalidad, de repente también verás ahí a la muerte. Sucede en el amor. En el amor, la vida alcanza un clímax, de ahí que la gente tema al amor.
Me siento asombrado continuamente por la gente que viene a mí y que me dice que teme al amor. ¿De dónde proviene este temor al amor? Se debe a que cuando realmente amas a alguien tu ego empieza a desaparecer y a fundirse. No puedes amar con el ego, el ego se convierte en la barrera. Y cuando quieres destruir la barrera, el ego te dice, «Esto se convertirá en una muerte, ¡cuidado!»
La muerte del ego no es tu muerte. La muerte del ego es en realidad tu posibilidad de vida. El ego es simplemente una cáscara sin vida a tu alrededor. Tiene que ser hecha pedazos y tirada. Surge de forma natural, del mismo modo que cuando un transeúnte pasa, el polvo se deposita sobre sus ropas., sobre su cuerpo y ha de darse un baño para limpiarse de ese polvo.
Al movemos en el tiempo, el polvo de las experiencias, del conocimiento, de la vida vivida, del pasado, se acumula. Ese polvo se convierte en tu ego. Al acumularse, se convierte en una cáscara que ha de ser rota y tirada. Uno se ha de bañar continuamente, cada día, de hecho, a cada instante, de forma que esta cáscara nunca se convierta en una prisión. El ego teme al amor porque en el amor la vida alcanza una culminación. Pero siempre que hay una culminación de la vida también hay una culminación de la muerte. Van de la mano.
En el amor mueres y renaces. Lo mismo sucede cuando meditas o rezas o cuando acudes a un Maestro y te entregas. El ego crea toda suerte de dificultades, de justificaciones, para que no te entregues. «Piénsatelo, medítalo, sé inteligente». Cuando acudes a un Maestro, el ego sospecha, se llena de dudas, crea ansiedad porque de nuevo estás volviendo a la vida, estás volviendo a una llama donde la muerte va a estar tan viva como la vida. Recuerda que la muerte y la vida se alimentan mutuamente, nunca están separados. Si estás un poco, mínimamente vivo, en el mínimo; entonces verás a la vida ya la muerte como dos cosas separadas. Cuanto más te acerques a la cima, más se irán aproximando. En el ápice, se encuentran y se funden en uno solo. En el amor, en la meditación, en la confianza, en la oración, siempre que la vida es algo total, la muerte está allí. Sin muerte, la vida no puede ser total.
Pero el ego siempre está pensando en divisiones, en dualidades, Lo divide todo. La Existencia es indivisible, no puede ser dividida. Eras un niño, luego te hiciste mayor. ¿Puedes delimitar cuándo te hiciste mayor? ¿Puedes señalar el lugar en el tiempo cuándo de repente dejaste de ser un niño y te volviste un joven? Un día te vuelves viejo. ¿Puedes indicar cuándo te vuelves viejo?
Los procesos no pueden ser delimitados. Sucede exacta­mente lo mismo cuando naces. ¿Puedes señalar cuándo naciste? ¿Cuándo comienza realmente la vida? ¿Comienza cuando el niño empieza a respirar, cuando el doctor da unos azotes al niño y el niño empieza a respirar? ¿Es entonces cuando nace la vida? ¿O es cuando el niño entra en el útero, cuando la madre se queda embarazada, cuando el niño es concebido? ¿Empieza entonces la vida? ¿O incluso antes que esto? ¿Cuándo comienza exactamente la vida?
Es un proceso que no tiene ni fin ni comienzo. Nunca empieza. ¿Cuándo está muerta una persona? ¿Muere cuando deja de respirar? Muchos yoguis han demostrado científica­mente que pueden dejar de respirar y seguir vivos y luego regresar. De modo que el dejar de respirar no puede ser el final. ¿Dónde acaba la vida?
Nunca acaba en parte alguna, nunca empieza en ninguna parte. Estamos sumergidos en la eternidad. Hemos estado aquí desde el mismo comienzo, si es que hubo alguna vez un comienzo, y vamos a seguir aquí hasta el final, si es que va a haber un final. De hecho no puede haber un principio ni puede haber un final. Somos vida, aun cuando la forma cambie, los cuerpos cambien, la mente cambie. Lo que llamamos vida es solamente la identificación con un determinado cuerpo, con una determinada mente, con una determinada actitud, y lo que llamamos muerte no es más que el salirse de esa forma, de ese cuerpo, de esa idea.

Cambias de casa. Si te identificas demasiado con una casa entonces el cambiar de casa será algo muy doloroso. Creerás que te mueres porque la casa antigua era lo que tú eras; esa era tu identidad. Pero esto no sucede porque sabes que solamente estás cambiando de casa, que tú sigues siendo el mismo. Aquellos que han mirado en su propio interior, aquellos que han descubierto quién son, llegan a descubrir un proceso eterno, sin fin. La vida es un proceso sin tiempo, más allá del tiempo. La muerte forma parte de él.­
La muerte es un revivir continuo, una ayuda para que la vida resucite una y otra vez, una ayuda para que la vida se libre de las viejas formas, para librarse de los edificios desvencijados, para librarse de las anticuadas estructuras de modo que seas capaz de fluir y puedas de nuevo volverte fresco y joven y seas otra vez virgen.

Oí una vez.
Un hombre estaba mirando antigüedades en un anticuario cerca del Monte Vernon cuando se encontró con un hacha aparentemente antigua.
«Tiene una gran hacha antigua aquí», le dijo al anticuario.
«Sí», le contestó el hombre, «perteneció a George Washington».
«¿De verdad?», le replicó el cliente, «Se conserva en muy buen estado».
«Desde luego», le dijo el anticuario, «Se le ha cambiado tres veces la empuñadura y dos veces la hoja».

Pero así es como es la vida, se cambian las empuñaduras y las hojas. De hecho parece que todo cambia y aun así hay algo que permanece eternamente igual. Tan sólo observa. Eras un niño, ¿qué es lo que queda ahora? Solamente un recuerdo. Tu cuerpo ha cambiado, tu mente ha cambiado, tu identidad ha cambiado. ¿Qué subsiste de tu infancia? Nada queda, sólo un recuerdo. No puedes saber si realmente ocurrió o si lo soñaste o si lo leíste en un libro o si alguien te lo dijo. ¿Fue tu infancia o fue la infancia de alguien? Hojea el álbum de viejas fotos. Simplemente observa; ése eras tú. No podrás creértelo de tanto que has cambiado. Todo ha cambiado, las empuñaduras, las hojas, todo, pero aun así en lo más profundo, en alguna parte, algo sigue como una continuidad; algo que testifica, sigue ahí.Hay un hilo, por invisible que sea. Y todo va cambiando, pero ese hilo invisible sigue siendo el mismo. Ese hilo está más allá de la vida y de la muerte. La vida y la muerte son las dos alas de «eso» que está más allá de la vida y de la muerte. «Eso» que está más allá continúa empleando a la vida y a la muerte como a las dos ruedas de un carro, como complementarios. «Eso», vive a través de la vida, «Eso» vive a través de la muerte. La muerte y la vida forman su proceso, como el inspirar y el expirar, pero hay algo en ti que lo trasciende. «Eso eres tú...», «Eso» que lo trasciende. .
Pero nos hallamos identificados en exceso con la forma. Esto crea el ego. Esto es lo que llamamos «yo». Por supuesto que el «yo» ha de morir repetidas veces. Por esto está constantemente atemorizado, temblando, agitado, siempre asustado, protegiéndose, asegurándose.

Osho- El Arte de Morir

sábado, 14 de abril de 2012

Osho: Respira con amor...

Respirar con amor
El amor es siempre nuevo; nunca envejece porque no se acumula, no se guarda. No conoce pasado; siempre es fresco, tan fresco como las gotas de rocío. Vive momento a momento. Es atómico. No tiene continuidad, no tiene tradición. A cada instante muere y a cada instante renace de nuevo. Es como el respirar: inhalas, exhalas; vuelves a inhalar, vuelves a exhalar. No acumulas nada en tu interior.

Si acumularas el aire, morirías porque se corrompería, dejaría de tener vida. Perdería su vitalidad, su cualidad vital.

Lo mismo que ocurre con el respirar, ocurre con el amor. A cada instante es renovado. Siempre que uno resulta atrapado en el amor y deja de respirar, la vida pierde toda importancia. Y eso es lo que le sucede a todo el mundo: la mente es tan dominante que incluso influye sobre el corazón y lo convierte en posesivo. El corazón no conoce la posesividad, pero la mente lo contamina, lo envenena.

Recuérdalo: ¡Enamórate de la existencia! Y deja que el amor sea como el respirar. Inhala, exhala, pero deja que el amor entre y salga. Poco a poco, con cada respiración tendrás que crear la magia del amor. Conviértelo en una meditación: cuando exhales, siente que estás volcando tu amor en la existencia; cuando inhales, siente que la existencia está volcando su amor en ti. Y pronto descubrirás que la cualidad de tu respiración está cambiando; empezará a ser algo completamente distinto de todo lo que has conocido. Por eso, en la India, lo denominamos, "prana", vida; no sólo respiración, no sólo es oxígeno. Hay algo más: la vida misma.
Osho, The Open Door, charla #13
(Este volumen no esta disponible por requerimiento de Osho)