jueves, 15 de septiembre de 2011

Osho: Nadie le permite a sus hijos bailar, cantar, gritar y saltar.

Nadie permite a sus hijos bailar, cantar, gritar y saltar. Por razones triviales quizá pueden romper algo, quizá se les moje la ropa con la lluvia si corren en el exterior, por pequeñas cosas se destruye por completo una gran cualidad espiritual: la alegría.
El niño obediente es elogiado por sus padres, por sus profesores, por todo el mundo, y el niño juguetón es censurado. Sus ganas de jugar podrían ser totalmente inofensivas, pero es censurado porque existe un peligro potencial de rebelión. Si el niño continúa creciendo con total libertad para ser juguetón, acabará siendo un rebelde. No será fácilmente esclavizado; no le podrán reclutar fácilmente en un ejército para destruir gente, o para que le destruyan.
El niño rebelde se convertirá en un joven rebelde. Entonces no podrás obligarle a que se case; no podrás obligarle a aceptar un determinado empleo; no se le podrá obligar a satisfacer los deseos incompletos y los anhelos de sus padres. La juventud rebelde seguirá su propio camino. Vivirá su propia vida de acuerdo con sus deseos más íntimos, no de acuerdo con los ideales de otra persona.
Por todas estas razones, se sofoca su capacidad de jugar, se la aplasta desde el principio. Nunca se le da una oportunidad a tu naturaleza. Poco a poco empiezas a cargar con un niño muerto en tu interior. Este niño muerto en tu interior destruye tu sentido del humor: no puedes reírte totalmente, con todo tu corazón, no puedes jugar, no puedes disfrutar de las cosas pequeñas de la vida. Te vuelves tan serio que tu vida, en vez de expandirse, comienza a encogerse.
La vida debe ser, en cada momento, una creatividad preciosa. No importa lo que crees, podrían ser sólo castillos en la arena, pero todo lo que haces debería salir de tu capacidad de jugar y de tu alegría.

Osho

miércoles, 14 de septiembre de 2011

OSHO: El hombre no es en absoluto lo que aparenta ser,



es exactamente lo contrario.
El hombre no es en absoluto lo que aparenta ser, es exacta­mente lo contrario. Por dentro es una cosa y por fuera es otra. Y está bien engañar a los demás con lo que has puesto en tu exterior, pero el problema es cuando te engañas a ti mismo. Si la apariencia exterior sólo engañase a los demás, no pasaría nada; no es una sorpresa porque la gente normalmente sólo ve lo que hay fuera. Pero tú mismo te engañas porque realmente crees que eres la imagen que ven los demás. Te ves a través de los ojos de los demás nunca te ves directamente cómo eres, lo que realmente eres.
La imagen que se forma en los ojos de los demás te engaña y te da miedo mirar en tu interior. Quieres ver la imagen que los demás tienen de ti, no tu realidad. ¿Qué dice la gente? Empie­zas a tener mucha curiosidad por saber lo que la gente dice de ti. Detrás de esa curiosidad sólo hay una cosa: crees que te puedes­ reconocer a través de la imagen que se han formado los de­más de ti. ¡Esto es realmente, asombroso! Incluso para verte tie­nes que mirarte en los ojos de otra persona.
La gente tiene miedo de que los demás hablen mal de ellos. Están contentas cuando la gente habla bien de ellos porque su conocimiento de sí mismos depende de la opinión de los demás. No tienen un conocimiento directo de sí mismos; no se conocen a sí mismos por una experiencia directa. Podrían tener esta ex­periencia, pero no sucede porque intentan huir de ella.
Osho- El Libro del Hara
Cap. Conocer la Mente
Pág. 91