martes, 13 de octubre de 2009

Cuando vienes a m í y me preguntas sobre el amor,...

Cuándo vienes a mí y me preguntas sobre el amor, siempre siento que es imposible hablarte de él porque tú te refieres a otra cosa y yo me refiero a algo distinto. Podemos seguir hablando durante años y nunca nos encontraremos, no mantendremos ninguna conversación porque has etiquetado como "amor" algo que no es amor.
Quita esa etiqueta. Observa lo que contiene, observa atentamente lo que contiene: odio, ira, codicia, celos, ambición, ansias de poder, destructividad. No, yo no te amo de esa manera. Y tampoco te amo de otra manera.
El amor, para mí, no puede ser algo que se practique. No puedes esforzarte por alcanzarlo; el amor no puede practicarse. Puedes ser amor, pero no puedes practicarlo. Y entonces el amor posee una tremenda belleza, una quietud, un silencio. Y entonces el amor se convierte en oración. Entonces no hay necesidad de ir a ningún otro templo; el estado de amor es el templo.
Y los sabios jasidas han estado desde siempre a favor de este amor. Han amado el mundo, han amado el mundo corriente con un amor extraordinario. Han vivido en el mundo, han florecido. Nunca han huido. Eran maridos y padres. Vivían de forma muy corriente.
A veces me doy cuenta que los que renuncian al mundo son unos tremendos egoístas. Renuncian al mundo porque fracasan con su amor. No han sabido amar y debido a que no han sabido amar, el mundo se ha vuelto miserable. Pero ellos piensan que el mundo es miserable. Creen que son infelices por culpa de los demás.
Un marido abandona a su mujer y se va a los Himalayas. Él cree que su esposa es la causa de sus problemas, de su sufrimiento. Esto es absolutamente falso. Él sufría y tenía problemas porque no vivía en el amor. Viviendo en el amor nadie podrá hacerte miserable. Es imposible. Un hombre que conoce lo que es el amor, es dichoso; incondicionalmente. Todo lo que pueda suceder es irrelevante ante su estado de ser. Puedes matarle, pero no puedes hacer de él un miserable. Puedes encarcelarle, pero no puedes hacerle sufrir. Su libertad es total. Su libertad permanece incorrupta, sin ser tocada.
Osho- El Verdadero
Sabio
Págs.24,25

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